MIS IDUS DE MARZO
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Letra:
Ofréceme ese beso que derroca a la derrota,
llévame al Parnaso en el cielo de tu boca,
abre tu paraíso a todas mis rimas rotas,
en el centro de tus piernas supiste tocar mis notas.
Mira loca, yo ya no espero más premio
que un lugar tranquilo dentro de tu cementerio,
ofrezco los latidos de este pensador bohemio,
que galopa entre las ruinas de lo que fueron sus sueños.
Cada frase que regalo nace donde yazco muerto,
en tu mundo de ciegos el loco siempre fue el tuerto.
Soy el triste nómada que vaga por tu cuerpo
que vive en los sonetos que se forman en tu aliento.
Esclavo de tu escala tu la clave de mi sol,
reina de madrugadas, torturas a este peón.
Mi todo, mi nada, mi llaga y mi salvación,
la melodía descalza que anda por mi corazón.
Mátame despacio, mátame muy lento,
mándame al infierno donde ya no duele tiempo.
Mátame sin prisa, mátame riendo,
para darme cuenta de que siempre he estado muerto.
Era la flor del almendro, las raíces y el fruto,
era el infinito encerrado en un minuto,
era lo bonito de lo triste de mi luto,
el canto de un pájaro en mi silencio absoluto.
Ahora sólo es una espina de la rosa de mi verso,
la frase que no rima y mis idus de marzo,
es la estrella que deprime al resto del universo,
los segundos rotos que llora el reloj de cuarzo.
Las hojas de mi otoño que no quieren ser escritas,
era mi carpe diem, mi noche, mi dolce vita,
era fuego de metralla y sangre de dinamita,
era el silencio violento de los que callando gritan.
Y ahora sólo es el reflejo de lo que un día nos amamos,
ahora de su antídoto sólo me queda el veneno,
si vas al lugar donde aquel día nos besamos,
encontrarás la tumba de nuestro primer te quiero.
Mátame despacio, mátame muy lento,
mándame al infierno donde ya no duele tiempo.
Mátame sin prisa, mátame riendo,
para darme cuenta de que siempre he estado muerto.
llévame al Parnaso en el cielo de tu boca,
abre tu paraíso a todas mis rimas rotas,
en el centro de tus piernas supiste tocar mis notas.
Mira loca, yo ya no espero más premio
que un lugar tranquilo dentro de tu cementerio,
ofrezco los latidos de este pensador bohemio,
que galopa entre las ruinas de lo que fueron sus sueños.
Cada frase que regalo nace donde yazco muerto,
en tu mundo de ciegos el loco siempre fue el tuerto.
Soy el triste nómada que vaga por tu cuerpo
que vive en los sonetos que se forman en tu aliento.
Esclavo de tu escala tu la clave de mi sol,
reina de madrugadas, torturas a este peón.
Mi todo, mi nada, mi llaga y mi salvación,
la melodía descalza que anda por mi corazón.
Mátame despacio, mátame muy lento,
mándame al infierno donde ya no duele tiempo.
Mátame sin prisa, mátame riendo,
para darme cuenta de que siempre he estado muerto.
Era la flor del almendro, las raíces y el fruto,
era el infinito encerrado en un minuto,
era lo bonito de lo triste de mi luto,
el canto de un pájaro en mi silencio absoluto.
Ahora sólo es una espina de la rosa de mi verso,
la frase que no rima y mis idus de marzo,
es la estrella que deprime al resto del universo,
los segundos rotos que llora el reloj de cuarzo.
Las hojas de mi otoño que no quieren ser escritas,
era mi carpe diem, mi noche, mi dolce vita,
era fuego de metralla y sangre de dinamita,
era el silencio violento de los que callando gritan.
Y ahora sólo es el reflejo de lo que un día nos amamos,
ahora de su antídoto sólo me queda el veneno,
si vas al lugar donde aquel día nos besamos,
encontrarás la tumba de nuestro primer te quiero.
Mátame despacio, mátame muy lento,
mándame al infierno donde ya no duele tiempo.
Mátame sin prisa, mátame riendo,
para darme cuenta de que siempre he estado muerto.
