SOY Y NO SOY
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No soy un hombre... no soy hetero, no soy afro, ni español, ni ateo;
No soy lo que ven, ni soy lo que intento que crean,
soy una mente en pelea. Soy un jaleo.
Soy la contradicción cuando quiero hacer algo y no lo hago
y luego me arrepiento y me enfado.
Soy la promesa esa de: “A partir de ahora, verás”
y me lo creo de verdad, hasta que la cago...
Soy un montón de buenas intenciones, lo juro;
y reciclo, y cuido de mi gente, y me preocupo;
pero también tengo mi punto oscuro y hay cosas que no quiero compartir porque no quiero. Son mis asuntos.
Eso que te sirvió no sobra, se puede aprovechar si lo transformas y le das otro uso.
Tengo un cubo para envases y otro para disgustos,
con uno cuido mi salud, con el otro mi mundo...
Soy lo que muestro y lo que oculto,
soy un niño al que obligan a ser adulto.
No sé quién se ha inventado eso de los años, pero yo no envejezco, yo me descubro.
Y me di cuenta de que hay tantas vidas ahí fuera como ideas aquí dentro;
que el tiempo convierte tragedias en recuerdos.
Que cuando aprendo no es por la experiencia en sí, sino el momento;
que me pille dispuesto y abierto...
A veces soy, a veces no soy...
lo que me sobra no lo tiro, lo reciclo...
Y soy... y no soy
y voy cambiando a lo largo del camino.
Soy y no soy
Como todos también voy buscando mi sitio.
Soy... y...
No soy tan raro...
si un montón de gente que me entiende será porque es normal sentirse extraño.
No me gusta que me etiqueten, soy más complicado que cualquier cartel que me hayan colocado.
He estado en relaciones tóxicas y me he envenenado
de odio; pero también de amor, de éxito y fracaso.
Y todos los venenos son igual de malos;
por mucho que unos sean más dulces y otro más amargos.
Igual... No hay poesía en el sufrimiento
aunque veas que puedo describir lo feo con un texto bello.
No hay poesía en el tormento, ni hay poesía en el bajón existencial que me da cada cierto tiempo.
Pero... Sí que a veces aprendes en ese proceso y conoces gente excelente, y te vas conociendo, y crees que vas entendiendo mejor de qué va el juego hasta que un día crees que no, y luego que sí y así vas creciendo...
Suena contradictorio, pero es cierto... con cada pieza que pierdo me siento más completo.
No sé qué es lo que me quedará ahí dentro; pero deber ser lo bueno, lo importante (espero)
Antes me daba envidia la gente segura, ahora me da desconfianza y un poco de angustia.
La perspectiva de vivir un vida sin cambiar lo cierto es que me asusta.
No soy lo que ven, ni soy lo que intento que crean,
soy una mente en pelea. Soy un jaleo.
Soy la contradicción cuando quiero hacer algo y no lo hago
y luego me arrepiento y me enfado.
Soy la promesa esa de: “A partir de ahora, verás”
y me lo creo de verdad, hasta que la cago...
Soy un montón de buenas intenciones, lo juro;
y reciclo, y cuido de mi gente, y me preocupo;
pero también tengo mi punto oscuro y hay cosas que no quiero compartir porque no quiero. Son mis asuntos.
Eso que te sirvió no sobra, se puede aprovechar si lo transformas y le das otro uso.
Tengo un cubo para envases y otro para disgustos,
con uno cuido mi salud, con el otro mi mundo...
Soy lo que muestro y lo que oculto,
soy un niño al que obligan a ser adulto.
No sé quién se ha inventado eso de los años, pero yo no envejezco, yo me descubro.
Y me di cuenta de que hay tantas vidas ahí fuera como ideas aquí dentro;
que el tiempo convierte tragedias en recuerdos.
Que cuando aprendo no es por la experiencia en sí, sino el momento;
que me pille dispuesto y abierto...
A veces soy, a veces no soy...
lo que me sobra no lo tiro, lo reciclo...
Y soy... y no soy
y voy cambiando a lo largo del camino.
Soy y no soy
Como todos también voy buscando mi sitio.
Soy... y...
No soy tan raro...
si un montón de gente que me entiende será porque es normal sentirse extraño.
No me gusta que me etiqueten, soy más complicado que cualquier cartel que me hayan colocado.
He estado en relaciones tóxicas y me he envenenado
de odio; pero también de amor, de éxito y fracaso.
Y todos los venenos son igual de malos;
por mucho que unos sean más dulces y otro más amargos.
Igual... No hay poesía en el sufrimiento
aunque veas que puedo describir lo feo con un texto bello.
No hay poesía en el tormento, ni hay poesía en el bajón existencial que me da cada cierto tiempo.
Pero... Sí que a veces aprendes en ese proceso y conoces gente excelente, y te vas conociendo, y crees que vas entendiendo mejor de qué va el juego hasta que un día crees que no, y luego que sí y así vas creciendo...
Suena contradictorio, pero es cierto... con cada pieza que pierdo me siento más completo.
No sé qué es lo que me quedará ahí dentro; pero deber ser lo bueno, lo importante (espero)
Antes me daba envidia la gente segura, ahora me da desconfianza y un poco de angustia.
La perspectiva de vivir un vida sin cambiar lo cierto es que me asusta.